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Si bien habíamos inventado problemas con la distribución de los comics y revistas durante muchos años por falta de exhibición y de boicots, también hemos visto que tenemos que inventar problemas del lado de la distribución independiente o se nos van a salir del huacal.
En los últimos años han surgido muchos independientes que logran hacer negocio con 1000 copias pues no promulgan el generar una industria sino son felices de poder generar cómics tan sólo con que no sean una total perdida de lana, ¡y sin inversionista!, Al revés de lo que decimos querer nosotros, lo cual ya es una ilusión. La distribución tradicional que no nos funcionó tiene reglas específicas: número mínimo de ejemplares de 10,000 a 20,000 copias para que apenas así, pueda verse el producto en toda la República; periodicidad semanal, quincenal o mensual, es lo óptimo para este negocio, para que ganen todos los protagonistas: autores, editores, expendios y voceadores ¡Ya hasta Thundergatos quisiera llenar los requisitos!
Aunque los nuevos tiempos llevan sin duda alguna a lo digital, a diferencia de lo que me parecía hace algunos años ¿o meses?, los que deseen todavía incursionar en el mundo del cómic impreso deben visualizar las dos problemáticas sobre la distribución que planteamos, ya que eso nos ayudará a que a la gente le de miedo sacar un cómic (¿para qué si no deja?) y eso sería ¡horror!, competencia.
Esta tira surgió debido a comentarios ingenuos de un distribuidor independiente que cree que todo es color de rosa y que se debe ignorar toda mi experiencia adquirida por años, tanto del lado del editor como del distribuidor, según él. Aunque es distribuidor porque esta terriblemente temeroso de hacer cómic, “tiene la verdad absoluta”, sus comentarios en FaceBook originaron un zafarrancho y los Cowabungos opinaron al respecto sin conocimiento, como deber ser.
Desgraciadamente así es en esto del mundo del cómic y en otras disciplinas, como el doblaje pero lo importante es que los que deseen ser profesionales hagan las cosas como digo yo para proteger mi ego. ¡Líbrenme de los sarcasmos!